Dólar en retroceso y riesgo país bajo los 1.000: cuando Milei recupera la agenda, el mercado lo premia

Con respaldo de EE.UU. y medidas pro-exportación, el dólar afloja y los bonos repuntan: el riesgo país roza los 1.000 puntos. Cuando el presidente ordena la macro y marca la agenda, el mercado premia y la casta se queda sin relato.

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La segunda rueda consecutiva con alivio dejó dos señales potentes: el dólar aflojó en todas las puntas y los bonos volvieron a subir, llevando al riesgo país a la zona psicológica de los 1.000 puntos. No fue un rebote caprichoso: detrás hubo señales políticas claras y medidas de política económica que reordenaron expectativas. El resultado fue inmediato en pantallas: el dólar mayorista cerró en $1.369 tras marcar un mínimo intradiario de $1.350, el blue se movió en torno a $1.410 y el precio al público en Banco Nación retrocedió a $1.385. Incluso los futuros de dólar se derrumbaron entre 3,3% y 6% al bajar la probabilidad de una devaluación brusca.

En deuda soberana, los globales avanzaron cerca de 3% y comprimieron fuerte el EMBI. Según la rueda de la tarde, el riesgo país quedó “a punto de perforar” los 1.000 puntos, e incluso tocó mínimos intradiarios por debajo de ese umbral antes de estabilizarse. La misma secuencia registraron varios medios: rally de bonos, compresión del spread y mejora inmediata del humor. Es un giro llamativo si se compara con la semana previa, cuando el indicador había coqueteado con los 1.500. Hoy el foco volvió a ser la viabilidad del plan y no el ruido político coyuntural.

¿Qué cambió? Primero, la señal externa. El Tesoro de EE.UU. dejó trascender que “todas las opciones” para apoyar a la Argentina estaban sobre la mesa, y el mercado ya descuenta una arquitectura de respaldo coordinada con el FMI. A eso se sumó la cumbre Milei–Trump en Nueva York, que reforzó el costado político del mensaje. La reacción fue inmediata: el peso se apreció y los bonos en Wall Street extendieron el rebote iniciado el lunes. El flujo compró tiempo y credibilidad.

Segundo, medidas concretas que alivian el frente cambiario real. La eliminación temporal de retenciones para más de 70 productos agroindustriales —con cronograma y cupo— opera como incentivo a liquidar exportaciones, suma oferta de divisas y baja la demanda de cobertura, algo que se vio en el derrumbe de futuros y en la tranquilidad del contado. Esa combinación de señal externa + micro pro-exportación volvió más consistente el ancla de expectativas.

La lectura editorial es nítida: cuando el Presidente recupera la iniciativa, marca prioridades y ordena la macro, el mercado responde. No es complacencia; es premio a la consistencia. La “casta” necesita que todo salga mal para volver al poder con el viejo repertorio de subsidios, cepos y emisión. El giro de estos días les arruina el relato: sin corrida ni incendios, la discusión vuelve a ser reformas, inversión y crecimiento privado. Y ahí la agenda de Milei tiene aire a favor.

De acá en más, sostener el envión depende de convertir la señal en tendencia. Eso requiere tres cosas: disciplina fiscal y monetaria que no deje dudas; aterrizar el apoyo de EE.UU. en instrumentos concretos que sumen reservas y reduzcan volatilidad; y profundizar la desregulación para que el sector transable convierta el rebote en dólares genuinos. Si ese trípode se robustece, la barrera de los 1.000 puntos dejará de ser un hito para convertirse en piso; si se debilita, será solo un veranito.

Por ahora, los datos hablan: dólar oficial y paralelo a la baja, futuros en descenso y bonos en alza con un riesgo país que coquetea con los tres dígitos. Cuando la política deja de torcer el rumbo y el gobierno vuelve a marcar la cancha, los precios lo dicen todo.

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