Espert renuncia para “no poner en riesgo el cambio” y Milei marca la diferencia

José Luis Espert puso a disposición su renuncia como candidato a diputado por Buenos Aires y el presidente Javier Milei la aceptó. El economista denunció una “operación orquestada” y aseguró que demostrará su inocencia “sin fueros ni privilegios”. Desde la Casa Rosada subrayan un contraste con la vieja política: priorizar el rumbo de reformas y dejar a los dirigentes a disposición de la Justicia.

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La decisión de José Luis Espert sacudió la campaña y, al mismo tiempo, ordenó el mensaje del oficialismo. “Por la Argentina, doy un paso al costado”, escribió el economista al anunciar que ponía su candidatura a disposición y que el Presidente aceptaba la renuncia. En su comunicado, habló de una “operación claramente orquestada por un sistema que destruyó al país por décadas” y de un “despiadado juicio mediático” al que no se prestará. Lejos de buscar resguardo, prometió presentarse donde corresponda: “Demostraré mi inocencia ante la Justicia, sin fueros ni privilegios”.

Milei respondió fijando una brújula política. “El proceso de cambio profundo que estamos llevando adelante es lo único que importa. No vamos a permitir que una operación maliciosa lo ponga en riesgo”, escribió. Y completó: “La Argentina siempre está por encima de las personas. Garantizar el cambio es más importante que cualquiera de nosotros. Aunque nos quieran ensuciar, no somos lo mismo. La Libertad Avanza o Argentina retrocede”. El Presidente buscó, así, encapsular la crisis en un gesto de disciplina institucional: el proyecto no se detiene, aun cuando implique perder a un candidato relevante.

La renuncia de Espert instala un punto de contraste con prácticas instaladas en la política argentina. El oficialismo libertario intenta exhibir una cultura de responsabilidad: si un candidato queda en el ojo de la tormenta, se corre para no condicionar la agenda de gobierno y se somete a la Justicia como cualquier ciudadano. Es el reverso de un ecosistema que, durante años, blindó nombres con fueros, relativizó causas y convirtió a los expedientes en trincheras partidarias. “No somos todos lo mismo”, remarcó Espert, y empalmó su salida con un llamado a la tropa: no “psicopatearse”, seguir explicando el rumbo y no dilapidar la oportunidad de cambio.

En paralelo, el oficialismo confirmó que, por aplicación de la normativa de paridad y corrimiento por sexo (ley electoral argentina), ante la baja del primer candidato varón el reemplazo debe ser otro varón del mismo tramo; por eso Diego Santilli, que figuraba en el 3° lugar, pasa a encabezar la lista en el 1° puesto, garantizando el cumplimiento de la regla de reemplazo por mismo sexo y la continuidad de la estrategia en la boleta bonaerense.

En términos electorales, el paso al costado busca desactivar el ruido y devolver el foco a los ejes que el oficialismo quiere discutir: seguridad, orden institucional y reformas económicas. El efecto inmediato es doble: despeja la boleta de una controversia que amenazaba con monopolizar la conversación pública y, a la vez, refuerza la narrativa de que las reglas son iguales para todos, también para los propios.

El tiempo demostrará que todo esto fue una gran mentira”, confió Espert. La Justicia tendrá la última palabra. Mientras tanto, Milei procura convertir la crisis en argumento: primero la Argentina, después los nombres. Si esa vara se sostiene, no solo se ordena una campaña: se corre el límite de lo tolerable en la política argentina.

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