Golpe a la democracia en Brasil: el caso Bolsonaro y el avance del autoritarismo judicial
La prisión domiciliaria a Jair Bolsonaro, ordenada por el juez sancionado Alexandre de Moraes, expone el preocupante avance del autoritarismo judicial en Brasil. Persecución política, censura, y violaciones a los derechos humanos ya no son patrimonio de dictaduras lejanas: hoy suceden en plena democracia latinoamericana, ante el silencio cómplice de muchos gobiernos.
La crisis institucional en Brasil alcanzó un nuevo pico tras la multitudinaria manifestación en apoyo al expresidente Jair Bolsonaro. Pese al clamor popular, el Supremo Tribunal Federal (STF) decidió imponerle arresto domiciliario, desatando una ola de indignación política, social y diplomática sin precedentes. Lejos de ser una resolución jurídica fundada, muchos señalan que se trata de una avanzada autoritaria disfrazada de legalidad.
🔒 Prisión sin condena: el instrumento del régimen
Desde 2022, sectores del poder judicial y de la Policía Federal han construido una narrativa según la cual Bolsonaro intentó revertir el resultado electoral. Esta acusación fue el anclaje para procesarlo por “conspiración”, “organización criminal” e “intento de golpe”. En marzo de 2025, el STF aceptó la denuncia pese a inconsistencias procesales y denuncias de parcialidad judicial.
La respuesta ciudadana no tardó: miles se movilizaron en ciudades como São Paulo y Brasilia exigiendo garantías legales. En ese contexto, Bolsonaro se dirigió a sus seguidores mediante una llamada telefónica, algo que el juez Alexandre de Moraes interpretó como una violación a las restricciones judiciales. Fue la excusa perfecta: Moraes ordenó arresto domiciliario sin condena previa, con tobillera electrónica, toque de queda y prohibiciones draconianas.
⚠️ Moraes, sancionado por violaciones a los derechos humanos
El juez Alexandre de Moraes, ya cuestionado por sus excesos judiciales, fue sancionado en julio de 2025 por Estados Unidos bajo la Ley Magnitsky por violaciones a los derechos humanos: uso abusivo de prisión preventiva, persecución política y censura digital masiva. La sanción incluyó el congelamiento de bienes y la prohibición de entrada a EE.UU.
Estas medidas reflejan que, para buena parte del mundo libre, Moraes no es un árbitro imparcial, sino un símbolo de judicialización del poder político.
🧨 Eduardo Bolsonaro: «Estamos ante un psicópata con poder absoluto»
El hijo del expresidente, Eduardo Bolsonaro, exiliado y diputado federal, fue tajante:
“Estas acciones solo nos fortalecen. Alexandre de Moraes es un psicópata y violador de derechos humanos.”
Eduardo denunció que el arresto domiciliario fue una «cortina de humo autoritaria» tras las protestas masivas y las filtraciones del escándalo Vaza-Toga, que expuso corrupción dentro del Poder Judicial. Además, pidió apoyo internacional:
“Dios bendiga a Brasil y Dios bendiga a América. El tiempo para detener esta locura se agota.”
🏛️ Reacción parlamentaria: ¿juicio político en camino?
Legisladores del Partido Liberal (PL) y otros bloques conservadores ocuparon las bancas del Congreso exigiendo un juicio político contra Moraes por persecución política. Denuncian que el STF actúa como un partido opositor, borrando la frontera entre justicia y poder ejecutivo.
🌎 La tensión escala a nivel internacional
Desde Washington, el expresidente Donald Trump y el senador Marco Rubio condenaron la decisión del STF y denunciaron persecución política. La respuesta de la administración Biden fue tibia, pero no impidió que sectores republicanos impusieran sanciones unilaterales.
Mientras tanto, el gobierno de Lula calificó las críticas como «injerencia extranjera» y evalúa represalias diplomáticas y comerciales. Brasil, cada vez más aislado de los sectores democráticos occidentales, profundiza su alineamiento con regímenes como el de Venezuela y Cuba.
🇧🇷 Lula vs. Bolsonaro: el futuro en juego
El expresidente, aún recluido, conserva un núcleo movilizado que exige amnistía y restitución de derechos políticos. Lula, por su parte, apuesta a una ofensiva judicial que podría derivar en una condena de hasta 40 años de prisión, lo que inhabilitaría a Bolsonaro al menos hasta 2030.
Esta disputa se proyecta sobre el tablero regional: Eduardo Bolsonaro llamó a crear un bloque conservador en América Latina, señalando a Argentina como ejemplo de resistencia frente a la judicialización autoritaria. En su visión, la batalla de Brasil es también la batalla del continente.
